Comentario
Aunque todo se justifica, a primera vista sorprenderá a muchos saber que uno de los países donde el internacional produce obras más importantes es Italia. Hay que distinguir entre zonas y situación social. Por un lado, Lombardía, muy poderosa entonces, tiene un tipo de gobierno que pretende asemejarse a los de los grandes duques de Francia. Milán será un activo centro del internacional. En general, en el norte existe una estructura social más próxima a la del otro lado de los Alpes que a Toscana. Es normal que en estos lugares y otros no muy distintos se desarrolle una cultura caballeresca que tenga su correlato en las artes plásticas. Pero incluso en la burguesa Florencia, algunas familias poderosas del patriciado urbano se sienten seducidas por el fasto y las formas de la nobleza y son proclives a adoptar comportamientos similares y a encargar pinturas que pertenecen a su mundo.Milán es una gran ciudad, capaz de grandes empresas, tanto con los Visconti, como al margen de ellos. Allí o en ciudades próximas se encarga un tipo de libros que, aunque inicialmente parecen poco apropiados para recibir iluminación, se convierten en ejemplos excepcionales de ciertos avances en el terreno de las experiencias naturalistas. Se trata del "Tacuinum Sanitatis" en múltiples copias. Es un libro de medicina de origen árabe, pero traducido y ahora de moda. Se ha dicho que en alguna de estas copias pudo trabajar Giovannino dei Grassi. Este nombre alude a uno de los grandes artistas italianos de fines del siglo XIV. Parece haber tenido una vida corta o, en todo caso, está documentado solamente entre 1380 y 1398, año en que muere. Es probable que haya conocido algo del arte bohemio inmediato al internacional o próximo a él (por ejemplo, el "Liber Viaticus" de Jan de Streda). Se le ha citado ya como maestro de la obra de la catedral por breve tiempo. Lo más importante que se supone que es suyo directamente es el "Tacuino" de la Biblioteca Cívica de Bérgamo y parte del "Libro de Horas Visconti". El primero es un precioso álbum de dibujos de un naturalismo sorprendente, que se supone pudo servir de modelo, aunque cabe que no todo sea enteramente suyo.El "Libro de Horas" es uno de los productos más exquisitos y ricos del arte italiano. Su promotor es Giangaleazzo Visconti, conde de Virtudes, que alcanza, mientras se trabaja en el códice, el título de duque de manos del emperador Wenceslao. Nunca antes parece haberse planificado un "Libro de Horas" semejante en Italia. Es también un signo de prestigio de quien lo encarga, representado varias veces a lo clásico y con mención continua de sus emblemas y signos heráldicos. Giovannino se muestra muy hábil en escenas de profundo y delicado simbolismo, contrastadas con otras en las que reconstruyen ambientes exteriores con animales, donde llega más allá que los Tacuina en naturalismo representativo. Muere en 1398. Salomone, su hijo, sigue trabajando. En 1402 también desaparece Giangaleazzo y la empresa queda sin terminar. Giovannino di Grassi hubo de conocer algo de lo que se hacía en Bohemia, seguramente a través de obras. Estos contactos entre Italia y el centro del Imperio se detectan con mayor seguridad en un proyecto excepcional que debe ser llevado a cabo por un pintor bohemio que ha vivido algún tiempo en la Península italiana y consigue una síntesis entre el bagaje propio adquirido en su país de origen y su receptividad a lo italiano que conoce. Hablamos de la Torre del Aquila en el castillo residencia del Buonconsiglio en Trento. Es un obispo venido del Imperio, Jorge de Liechtenstein, el que encarga alrededor de 1400 la pintura de sus muros. Sobre los cuatro de la sala se despliega un ciclo de los meses en el que, por primera vez, se intercalan los trabajos usuales del campo con escenas cortesanas. La personal sensibilidad cromática es un distintivo al que hay que añadir el deseo de reconstrucción espacial en alguien que proviene de un medio en el que tiene escasa relevancia.Volviendo a Milán y su entorno habría que detenerse ahora en un artista que fue considerado en su momento un prodigio y que, últimamente, se ha recuperado en su faceta de pintor. Es Michelino da Besozzo, también miniaturista. Las fuentes documentales agotan los elogios. Fue retratista reconocido y pintor delicioso. Siempre se le ha reconocido como notable autor de obras como las pequeñas "Horas Bodmer" (J. Pierpont Morgan Library, Nueva York), mientras se le atribuía una sola pintura firmada, el Matrimonio místico de Santa Catalina, de la Pinacoteca de Siena. Pero recientemente se trata de ampliar su catálogo con obras tan hermosas como la Madonna del Roseto, del Museo de Catelvecchio de Verona, antes atribuida a Stefano da Verona. Su idealizada reconstrucción del "hortus conclussus", donde en un a modo de "locus amoenus" están la Virgen y los ángeles, es de una imaginativa artificiosidad. En las "Horas" también combina la delicadeza quebradiza de sus personajes con una observación directa del mundo vegetal. No siempre conocemos los nombres de los artistas que realizan piezas importantes. Es el caso del anónimo y temprano autor del "Guiron le Courtois" (Biblioteca Nacional, París), dibujante exquisito de formas evanescentes, traducción del mundo caballeresco francés.Ya avanzados en el tiempo, contemporáneos estrictos de los Masaccio y Paolo Ucello, son diversos miniaturistas y pintores muy dentro, sin embargo, de la estética internacional. Belbello de Pavía, por ejemplo, trabaja hasta 1462. Es el continuador del "Libro de Horas Visconti". Sus habilidades fueron muy apreciadas durante parte de su carrera y en la valoración actual se le situó por encima de Giovannino dei Grasssi. Su arte es muy decorativo y sus personajes tienen un aire especial, a veces algo siniestro, con ecos lejanos de un bizantinismo que ha de venirle quizás por contactos con lo veneciano. Iluminó igualmente una Biblia, pero parece que antes de morir su arte se consideraba sobrepasado por las nuevas corrientes. Desconocidos son otros contemporáneos, como el Maestro de la "Vitae Imperatorum", denominado así por un códice de Suetonio (Biblioteca Nacional, París), que es también autor de una "Divina Comedia" de Dante, iluminada. Con él debió trabajar una personalidad similar, el Maestro Olivetano. Asimismo, el pintor Bonifacio Bembo pertenece a este mundo tardomedieval que tanto se prolonga en la zona.Al contrario que en otros países se siguió practicando habitualmente la pintura mural. La capilla de la reina Teodolinda en la catedral de Monza nos sitúa ante los hermanos Zavattari, últimos representantes de la tradición caballeresca, con un ciclo de gran aliento. En la zona de Verona, Stefano es el principal sucesor de Altichiero aunque sólo cronológicamente, porque su pintura nada tiene que ver con la monumentalidad de su antecesor, sino que pertenece a la línea de mayor evanescencia del gótico internacional. Si la Virgen antes citada hay que eliminarla, tal vez, de su catálogo, no sucede lo mismo con una hermosa Epifanía (Pinacoteca Brera, Milán). En la zona central de Italia también se prolonga lo tardomedieval. Por ejemplo, en las Marcas trabajan Jacopo y Lorenzo Salimbeni, autores, entre varias otras pinturas, del magnífico ciclo del Bautista en el pequeño Oratorio de San Giovanni, en Urbino.Pero no se puede estudiar correctamente Florencia si no se tiene en cuenta la incidencia que en ella tuvo el gusto nórdico entre fines del siglo XIV y casi los tres primeros decenios del siguiente. En Agnolo Gaddi se encuentran signos de contaminación internacional. Su colaborador en Santa Croce, Gerardo Starnina, viaja a España y trabaja en Toledo y, sobre todo, Valencia. Es altamente probable que su formación florentina incida sobre la pintura valenciana, pero a su vez sufrirá influencia del ambiente tardogótico de la ciudad. Pero el gran maestro de la tendencia en Florencia, dejando a un lado aspectos de Fra Angélico y notas muy importantes del mismo Paolo Ucello, es Lorenzo Monaco. Monje camaldulense del convento de Nuestra Señora de los Angeles y personalidad artística turbadora, trabaja para la ciudad y el convento como miniaturista, pintor sobre tabla o fresquista, sobrepasando ampliamente el 1400. En diversos "Libros Corales" realiza iniciales con una flora de extraños cromatismos y figuras de rostros inquietantes. Como dibujante es autor de una extraordinaria escena de los Magos (Museo Dahlem, Berlín), en un ambiente onírico. Pinta una magnífica Anunciación (Museo de la Academia, Florencia), aunque su obra maestra es una Epifanía (Museo Uffizi) de gran tamaño, donde se hacen más explícitos los desequilibrios expresivos y la sensibilidad de una paleta muy personal. Finalmente, el conjunto más ambicioso, que incluye retablo y ciclo mural, corresponde a la capilla Bartolini, en la iglesia de la Trinidad de Florencia (1422)).No se puede dejar el internacional italiano sin mencionar a varios autores que generalmente se incluyen en el renacimiento. Uno de ellos es Masolino, tantas veces contrapuesto a Masaccio como representante de un pasado opuesto al cambio que éste representa. Otro es Gentile da Fabriano, artista de éxito, a caballo entre un mundo y otro hasta en su famosa Epifanía (Museo Uffizi), tan bien acogida en una Florencia que se identificaba mejor con la cultura cortesana y caballeresca que la pintura refleja, que con la rigurosa austeridad de Masaccio. En nadie se producen más estas contradicciones y esta síntesis de corrientes que en Pisanello, autor de medallas exhibidas como paradigmas de un mundo nuevo y creador, al tiempo, de un bosque de maravillas medieval en su San Eustaquio (National Gallery, Londres).